Llegada del bebé a una casa con perro

Me ha pasado algo curioso. Eran muchas las cosas que me rondaban para comentaros en el blog. Siempre que iba andando y pensando, se me ocurrían cosas y siempre decía… si tuviera el blog operativo, lo contaba. Bueno, pues ya está aquí el blog. Me siento delante de la pantalla, me pongo a pensar, y nada! No se me ocurría nada con lo que inaugurar esta nueva temporada.

Pero, pero… ¿Cómo empiezo? … 15 minutos después llegó la inspiración:  ¡¡Pues por el principio!!
No, tranquilos. Lo de la semillita y tal, lo dejamos para otra ocasión que nos conozcamos más. :p Hoy me centraré en la relación entre Nuria y Nilo.
  


Una de las cosas que más nos preocupa cuando nos quedamos embarazadas, es cómo se lo va a tomar nuestro compañero peludo. No, no me refiero al padre de la futura criatura, que también según qué casos pueda llegar a preocuparnos, sino al peludín de cuatro patas, nuestro compañero fiel, nuestra mascota. Este es uno de los temas qué más salía a colación en mi época de veterinaria en clínica. Llegaban muchos jóvenes preguntando qué hacer para que el perro aceptara al bebé.

Pues permitidme que saque el mocho o plumero para quitarle el polvo a mis conocimientos veterinarios y os lo intento resumir.

Tenemos varias cosas con las que trabajar desde mucho antes que llegue el bebé.
Primero de todo, sentarnos cómodamente y ponernos a pensar cómo va a ser nuestra vida cuando llegue el lloroncete: Qué es lo que va a cambiar, cómo lo vamos a hacer, decisiones sobre normas básicas en las que no se transigirá con el perro… y tras esas bases sentadas, ir cambiando de manera progresiva y sutil, aquello que tenga que ver con él.

Una vez tenemos lo más básico y necesario, que es que tengamos nosotros las cosas claras, pensar en la educación del perro. Necesitamos que nuestro compañero fiel tenga una educación básica y necesaria para que no nos preocupemos en el futuro: que sean capaces de seguir órdenes básicas como: sentado, quieto, tumbado, ven, NO, tranquilo…. Si no es así, es un buen momento para ponerse a ello. Nunca es tarde si la dicha es buena.


Cuando ya tienes las normas planteadas con tu pareja, poneros a trabajar de manera progresiva. Si van a cambiar los horarios de salidas a la calle, la persona que lo saca, si cambia el horario de comidas, quién se la da, si elegís que no entre en determinadas habitaciones, que no entre en el salón, que se quede durante el día en el patio… todo eso hay que hacerlo de manera progresiva ANTES de que nazca el bebé. Para ir haciéndole la idea y que no sea todo de sopetón y sin hacerse el cuerpo, creando angustia y celos en el animal.

Todo el mundo conoce a su perro y sabe cuál es su talón de Aquiles. Hay perros que se asustan por todo, incluido los gritos o lloros de bebés; o son sensibles a los cambios. Pues para eso trabajar con estímulos. Podemos estimularle con grabaciones de llanto de bebé e ir subiendo de volumen hasta que se parezca lo más parecido a la realidad. Ir dejando las futuras cosas del bebé para que se vaya acostumbrando, como es la cuna, minicuna, carrito y demás cosas. O bien los olores futuros del bebé como puede ser las cosas de higiene (colonia, jabón…).



Cuando nos encontramos ante la llegada inminente, nunca hay que dejar al animal solo. Siempre con un familiar para que le dé compañía. Además, llevarle un trapo o toalla con el olor del niño y darle de comer, o jugar con él para que lo asocie a cosas buenas.

Una vez en casa, que la pareja saque al perro antes que llegue la madre. Luego que alguien se quede con el bebé mientras esta saluda al perro en condiciones: llevarán sin verse, en los mejores de los casos, tres días y estará ansioso por tocarla, olerla y jugar con ella. Una vez calmado, acercarle para que curiosee e investigue al bebé.
Ante todo siempre estar calmado y tranquilos para que no se sienta incomodo o tenso. Premiarlo cuando se acerque al bebé de manera suave. Nunca castigarlo o gritarle cuando lo haga.



Nunca dejar al niño y al perro solos hasta estar seguros que todo va a ir bien, y esto no es un día, dos, semanas o meses. Es incluso un año, dos o tres. ¿Por qué? Porque llega un momento en el que el niño no es un bebé tierno, sino uno que busca jugar y tocar, y meter dedos en ojos, pegar zarpazos o tirones de pelo.. y el perro puede revolverse si le duele.

Cuando nos vienen visitas a casa, importante que le echen cuenta también al perro. Que les den un premio, que jueguen con él para evitar los celos. 

Además es importante que cuando le echemos cuenta a nuestra mascota sea cuando el niño esté presente, así relacionará cosas buenas con el bebé. Como si él dijera: Jo, cada vez que se va el niño, me dejan de echar cuenta, quiero que vuelva.



Y nunca, nunca, aislar al perro. Es parte de nuestra familia, es un miembro más. Así que disfrutar de su presencia y hacerlo participe de todo aquello bueno que os pase. Serán amigos inseparables.

3 comentarios:

  1. Hola! Me encantan las imágenes que has puesto, se nota que sois una familia de cuatro miembros y no solo de tres. Esta entrada viene genial porque somos una familia que nos gustan mucho los animales y tenemos varios perros entre mis hermanos, mis padres y yo y justo mi cuñada está embarazada, así que habrá que ir poniendo en practica todo lo que nos cuentas :)
    Besos!

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  2. Me alegro muchísimo que os sea de ayuda. Es mi aspiración en el blog. Poder ayudar a otros padres o por lo menos haceros sonreír. Gracias por pasarte.
    Besos

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  3. Ya sé que no es el mismo casonel de mi gata, pero ojalá hubiera sabido actuar igual que tú en estos casos. Pero claro, tú eres una experta jeje.
    Un abrazo y que me encanta tu perro. Creo que esto ya te lo había dicho ☺️

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